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18 de mayo de 2010

You can't go forcing something if it's just not right.

Nada permanece inalterable, siempre igual. Todo cambia. Los días pasan, la gente crece, la fruta madura, las flores se marchitan, la tinta se termina, los edificios se construyen. Pero yo odio los cambios, y cuando las cosas están "bien", para que cambiar? El tiempo le pasa por arriba a tantas cosas! Por qué no congelar las que dependen de nosotros? Capaz nada depende de nosotros. Y si las cosas no están tan bien? Una lástima, pero quizás ahí sí vale la pena un cambio. Hay que buscar estar bien con uno antes de hacerle bien a los demás. Y a pesar de que bajen de un tiro las expectativas de terceros, quien manda a esos terceros a crear expectativas sobre otros? Que creen expectativas, que vivan el prueba y error en carne propia. (Pero admitamos que en tercera persona es mas fácil.)
No van a ser los primos ni los únicos, pero son esos únicos propios, y mis manos son las que puse, pongo y pondré en el fuego. Sabemos que la noche va a llegar, que tenemos que comer la fruta antes de que se pudra, que tenemos que desechar las flores cuando se marchitan, que tenemos que comprar tinta u otra lapicera si queremos seguir escribiendo, es lógico, es natural. Pero cuando pensamos que vamos a poder vivir en un edificio para siempre, no está bueno ver el anuncio de la implosión que se viene. Nos preparamos para daños colaterales, para efectos secundarios, para salir heridos de esta sólida construcción que hoy corre peligro de derrumbe. Solo tomamos las debidas precauciones. Y ojalá que no pase de esto. Sentiría el derrumbe como propio, a pesar de nunca haber puesto ni un ladrillo para ninguna obra.

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